Es rotundamente falso que la designación de un militar al frente del Ministerio de Defensa represente un retroceso para la democracia, como sostuvo el exministro Agustín Rossi. Retroceso fue —y sigue siendo— el resultado electoral de 2023, consecuencia directa de un peronismo que insistió en reciclar dirigentes obsoletos, desconectados del pueblo y de la realidad.
Funcionarios que formaron parte del fracaso del gobierno de Alberto Fernández y que terminaron allanando el camino para que hoy gobierne una administración que entrega soberanía, desarma al Estado y desintegra la Nación.
Nombrar a un militar en la conducción de Defensa no solo no es un retroceso: es una decisión que el peronismo debió tomar hace décadas. Entre muchas razones, hay una esencial: integrar de manera real y orgánica a las Fuerzas Armadas dentro de un Proyecto Nacional, como siempre lo planteó el General Perón.
El verdadero peronismo nunca concibió el área de Defensa desligada del movimiento nacional; por el contrario, la entendió como un pilar estratégico para el desarrollo industrial, la autonomía económica y la defensa integral del país.
Tras el golpe de 1955, sectores de las Fuerzas Armadas aliados a intereses civiles antinacionales reinstalaron la doctrina liberal y extranjerizante que tanto daño produjo. Desde entonces, las FFAA fueron aisladas, convertidas en una isla ideológica donde predominó el liberalismo antiperonista y ajeno al sentir del país real.
Lo verdaderamente lamentable no es la presencia de un militar conduciendo Defensa: lo lamentable es que ese militar responda al ala liberal que históricamente perjudicó a la institución, replicando la herencia doctrinaria entreguista que el actual Presidente reivindica y que ha sido la marca de todos los gobiernos liberales de nuestra historia.
Algún día, ojalá más temprano que tarde, la Defensa argentina será conducida por un militar auténticamente nacional, comprometido con los intereses de la Patria, capaz de integrar al Ejército con su pueblo, de sostener una política exterior soberana y de reconstruir una estrategia de defensa que no se arrodille ante ninguna potencia extranjera.
