La evidencia científica ha acotado ya varios efectos sobre la salud mental de toda la población del uso cada vez más temprano de las redes sociales y su abuso
Llevan en nuestra vida casi 20 años, pero es ahora cuando somos más conscientes de los efectos que tienen las redes sociales. Problemas de sueño, baja autoestima, fatiga mental, aislamiento, ansiedad, depresión, adicción… La ciencia comienza a cuantificar cómo estas plataformas de comunicación ponen en riesgo la salud mental, sobre todo en el caso de niños, niñas y adolescentes.
Parece que llevan toda la vida siendo parte de nuestro día a día, pero Facebook, la primera gran red social de la historia, no tuvo su versión en castellano hasta febrero de 2008. El resto es historia. Y a esa historia se fueron uniendo poco a poco otras plataformas con un diseño y unos algoritmos cada vez más perfeccionados y adictivos: Twitter (hoy X), Instagram, TikTok…
Según datos de enero de 2025 de Data Reportal, en España hay 39,7 millones de usuarios de redes sociales (82,9 % de la población), que según los cálculos pasan una media de casi dos horas al día en ellas. Las redes sociales apenas llevan una década y media en nuestras vidas, pero ya no sabemos vivir sin ellas. Especialmente los adolescentes y jóvenes, que han crecido en un mundo que ya no se explica sin estas aplicaciones.
Si en un principio las redes sociales fueron celebradas como un invento extraordinario que, además de entretener, facilitaba la conexión entre personas, en los últimos años han empezado a multiplicarse las voces que alertan de los peligros que el uso cada vez más temprano y su abuso conllevan: ciberacoso, robo de información, falsificación de la identidad, estafas, contenido inapropiado, problemas de salud mental…
Trastornos mentales que crecen
En su libro ‘La generación ansiosa: Por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes’, el psicólogo social Jonathan Haidt ofrece un dato: desde 2010 la evidencia científica demuestra que en los países desarrollados se ha observado un pronunciado aumento del número de jóvenes diagnosticados con ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos. El año que marca el inicio de esa ola, 2010, no es baladí, ya que coincide con la adopción masiva y a escala internacional de las redes sociales.
➡️ No solo por las redes sociales
“Las redes sociales no son las únicas responsables de esta epidemia de salud mental”, afirma el profesor de Psicología Social de la Universidad de Santiago de Compostela, Antonio Rial Boubeta, que señala otros aspectos que pueden estar contribuyendo a esta situación, como los nuevos modelos de crianza, las expectativas y los ideales inalcanzables impuestos por el entorno o los cambios que se han producido en una sociedad cada vez más individualista.
Sin embargo, matiza el investigador, no se puede negar que existe una evidencia “incontestable” de que el uso intensivo y cada vez más temprano y sin supervisión de las redes sociales echa más leña al fuego en un incendio que parece difícil de apagar, porque se extiende de forma silenciosa, sin que muchas veces seamos conscientes de él.
“A pesar de que conocemos el impacto de las redes, no siempre somos conscientes del mismo. Al final, estas aplicaciones son algo cotidiano y familiar, así que nos cuesta desvincularnos de ellas. Además, tienen muchos ingredientes que facilitan la adicción, como la inmediatez, la estimulación o la gratificación rápida”, apunta Andrés Herráiz, psicólogo especialista en terapia cognitiva conductual.
Efectos de las redes sociales en la salud mental
La evidencia científica ha acotado ya varios efectos de las redes sociales sobre la salud mental:
🔴 Problemas de sueño
Los trastornos del sueño mantienen una relación bidireccional con los problemas de salud mental. Unos alimentan a los otros, y viceversa. Los expertos en medicina del sueño llevan tiempo alertando sobre el impacto que la luz azul de las pantallas tiene sobre el descanso, ya que esta luz suprime la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
“Las redes sociales intensifican este efecto porque implican una estimulación cognitiva y emocional debido a sus interacciones constantes y a un contenido emocionalmente cargado que puede dificultar la relajación necesaria para conciliar el sueño”, explica María José Martínez, coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES).
Una revisión sistemática de 2020 ya relacionaba el uso excesivo de las redes sociales con la mala calidad del sueño. Otro estudio de 2024 concluyó que el tiempo frente a pantallas una vez en la cama se asocia con alteraciones del sueño, especialmente cuando implica interacción y la realización de múltiples tareas. “Estos estudios destacan la importancia de moderar el uso de pantallas, especialmente antes de dormir, para preservar la calidad y duración del sueño”, añade Martínez.
🔴 Baja autoestima
Un estudio publicado en 2021 en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health concluyó que el uso generalizado de redes sociales en adolescentes y adultos jóvenes podría aumentar la insatisfacción corporal, así como el afán de delgadez, haciéndolos más vulnerables a los trastornos alimentarios.
Y el impacto sobre la autoestima y la autopercepción no se da solo a nivel físico. “Es muy frecuente, fruto de la exposición repetida y la comparación injusta, ver a personas que sienten que no son suficientemente buenos o que no tienen una vida suficientemente buena. La exposición continuada a este tipo de contenido nos hace cuestionar nuestra identidad y juzgar nuestra propia imagen”, sostiene Andrés Herráiz.
“Cuanta más sobreexposición, peores son los niveles de autoestima”, coincide Antonio Rial, que lamenta que los algoritmos de las redes sociales primen modelos de personas con cuerpo 10 y que, además, parecen tener una vida plena y de felicidad constante. “Esto, además de falso, es un modelo inalcanzable que pesa mucho a nivel emocional y hace que las personas tengan dificultades para aceptarte a sí mismos”, añade.
🔴 Agotamiento y fatiga mental
Cada vez son más las personas que se reconocen agotadas y fatigadas mentalmente. Nuestro estilo de vida no ayuda, es cierto, pero el impacto de las redes sociales a ese respecto parece ser notorio, según diversos estudios.
Ya en 2018 una investigación concluyó que el uso compulsivo de estas plataformas era un predictor de la tendencia a experimentar fatiga. Otro estudio de 2024, publicado en Frontiers in Psychology señaló que un uso excesivo de las redes, el miedo a perderse algo y la sobrecarga de información tenían un efecto significativo sobre la sensación de fatiga. “Solemos emplear las redes como una forma de desconectar, pero más bien, nos convertimos en consumidores pasivos de contenido que acaba anestesiándonos”, apunta Herráiz.
Tristeza melancolia
Aunque a veces parece ser que sí somos consientes de esta fatiga. Como añade Rial Boubeta, cada vez hay una demanda más explícita de desconexión digital por parte de jóvenes y adultos: “Hay un agotamiento percibido desde el punto de vista emocional por el peaje que supone estar pendiente constantemente de las redes sociales”.
🔴 Cada vez más solos
Según un estudio realizado en Dinamarca y publicado en 2024, el uso excesivo de las redes sociales se asocia con un riesgo elevado de sensación de soledad. Otra investigación más antigua realizada por la Universidad de Pittsburgh y publicada en el American Journal of Preventive Medicine concluía que los participantes que pasaban más de dos horas al día en redes sociales tenían el doble de probabilidades de sentirse socialmente aislados en comparación con aquellos que las usaban menos de 30 minutos diarios.
“Estamos más conectados que nunca, pero a la vez, las relaciones son más impersonales”, señala el psicólogo Andrés Herráiz. Antonio Rial Boubeta las define como relaciones líquidas, de quita y pon: “Cada vez es más habitual encontrarse con chavales que están sumamente solos. Tienen 2.000 supuestos amigos en Instagram o TikTok, pero no tienen ningún amigo de verdad”.
El doctor de la Universidad de Santiago también alerta de la radicalización: a poco que un mensaje o una preferencia de una persona no nos guste o no coincida con nuestra forma de ver la vida, la reemplazamos por otra. “Esto contribuye negativamente a que no se construyan relaciones sólidas y duraderas aceptando un punto de vista diferente, generando y promoviendo la empatía y el respeto”, añade.
🔴 Ansiedad y depresión
Cualquiera de los aspectos tratados con anterioridad —la falta de sueño, la baja autoestima, la fatiga mental o la soledad no deseada— pueden conducir por sí mismo a la ansiedad y la depresión, así que no es de extrañar que el uso excesivo de las redes sociales también se relacione con un incremento de estos trastornos. De hecho, en muchos de los estudios citados se observa también una relación directa y constante entre el uso abusivo de las redes sociales y los problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión.
En ese sentido, una revisión sistemática de casi 2.000 artículos científicos, publicada en 2022, encontró “una relación sólida y a menudo bidireccional” entre el uso de las redes sociales y estos trastornos. Los autores no hallaron una relación lineal definitiva entre el tiempo de uso y los síntomas depresivos o ansiosos, pero, por lo general, cuanto mayor era el tiempo dedicado a esta actividad, peores eran los resultados a nivel de salud mental.
Además, en un círculo vicioso, esta ansiedad y depresión empujan aún más a los usuarios a las redes, especialmente a los contenidos negativos, lo que se conoce como doomscrolling, que podemos traducir como el hábito de desplazarse interminablemente a través de noticias negativas o inquietantes. Según un estudio publicado en Nature Human Behaviour, las personas con peor salud mental son más propensas a navegar por contenidos negativos, lo que agrava sus síntomas.
🔴 Dependencia y adicción
La última clasificación internacional de enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no reconoce entre ellas la adicción a las redes sociales. Sin embargo, según datos del informe sobre adicciones elaborado por el Plan Nacional sobre Drogas, alrededor del 3,6 % de la población española entre 15 y 64 años presenta un uso problemático de Internet y las redes sociales y un 9,3% de las admisiones a tratamiento que se produjeron en 2022 fueron debidas a trastornos por uso compulsivo de Internet, móviles, dispositivos electrónicos o redes sociales.
“Los diferentes indicadores advierten de que es un problema que está en progresivo aumento y que, lejos de ser exclusivo de los adolescentes, es global y afecta a todos los grupos de población”, sostiene Antonio Rial. Una opinión que comparte Andrés Herráiz, que en su práctica diaria ha visto cómo mejorar la relación con las redes sociales o eliminarlas pasó a ser uno de los propósitos más repetidos por sus pacientes: “Cada día acuden más personas a consulta que refieren una mala relación con el teléfono móvil y, especialmente, con las redes sociales. Siempre suelo revisar la media de consumo con los pacientes y salen datos verdaderamente sorprendentes”.
Redes sociales en niños, niñas y adolescentes tiktok adolescentes
Según datos del Plan Nacional sobre Drogas, la prevalencia del uso problemático de Internet se sitúa en un 20,5 % entre la población de 14 a 18 años. Es decir, que uno de cada cinco adolescentes en España tiene un uso de Internet, el móvil y las redes sociales que bordea la adicción. “Esto es preocupante, porque un uso problemático que se desarrolla en la adolescencia tiene más posibilidades de mantenerse en la edad adulta, con lo cual dentro de unos años podemos tener a muchos más adultos enganchados”, sostiene el psicólogo Antonio Rial.
El incremento de los problemas de salud mental ha sido generalizado en todas las franjas de edad, pero donde realmente ha habido un empeoramiento significativo es en la población juvenil. “No quiero decir que no haya adolescentes que lo puedan gestionar bien, pero para chavales de 13 o 14 años que se pasan el día entre una y otra red social es fácil perderse, porque todavía están en proceso de construcción, tanto de su personalidad como de su cerebro, así que las capacidades de autorregulación emocional y conductual son aún muy limitadas”, añade el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela.
✅ Retrasar la entrega del primer móvil
Teniendo esto en cuenta, la recomendación del experto es conseguir retrasar la llegada del móvil lo máximo posible, algo que en su opinión está incumpliendo casi todo el mundo. De hecho, según un estudio de Unicef de 2021, cuando la legislación española no permitía la creación de perfiles en redes sociales hasta los 14 años (la nueva ley ha subido esa edad a los 16 años), más del 90 % de los adolescentes incumplía esa legislación.
“Y el problema es que los padres somos muchas veces quienes les hacemos la cuenta. Pensamos que con tener la contraseña vamos a controlarlos, pero es mentira. Luego nos olvidamos y ni supervisamos ni controlamos. Y es importante, porque simplemente retrasando dos años la llegada del móvil los problemas se reducen a la mitad”, concluye.
👉 Cómo saber si un menor tiene problemas por un mal uso de las redes sociales
Un mensaje de tranquilidad. La adicción no surge de un día para otro y sus síntomas, tampoco. “La adicción necesita dos condiciones necesarias: frecuencia e intensidad. Y ese uso frecuente e intenso empieza poco a poco a dar síntomas: cambios a nivel emocional, irritabilidad, comportamientos agresivos y violentos —especialmente si se le quiere retirar el móvil—, cambios en sus amistades, aislamiento y desconexión social…”, explica el doctor en Psicología Social, Antonio Rial Boubeta. “Vivimos en una sociedad demasiado ajetreada, en la que lo urgente no deja tiempo para lo realmente importante, y en ese contexto es fácil no estar pendientes y no detectar los cambios”, señala.
Consejos para un uso saludable de las redes sociales
Los expertos consultados ofrecen una serie de consejos para un uso saludable de las redes sociales:
Cuanto más tarde, mejor. Retrasar el máximo posible la llegada del primer móvil a la vida de niños y adolescentes.
Controlar el tiempo. Regular el uso de las redes sociales y hacer un uso consciente y responsable, utilizando herramientas o aplicaciones para controlar el tiempo de exposición.
No utilizarlas como refugio. No recurrir a las redes sociales en momentos de estrés y ansiedad.
Buscar actividades alternativas. Practicar la desconexión digital, buscando actividades alternativas y saludables al aire libre, que impliquen la conexión personal.
Tener una mirada crítica. Ser consciente de que en las redes sociales hay mucho de publicidad y que la imagen que muestran muchas personas no se corresponde con la realidad, sino con la imagen que quieren vender.
No consultarlas antes de dormir. Evitar acceder a las redes sociales durante una o dos horas antes de irse a la cama y, sobre todo, dejar el móvil fuera de la habitación.
No todo es malo
Las redes sociales llegaron como un vendaval de optimismo: facilitaban las conexiones sociales, daban oportunidad de conocer a personas que de otra forma sería imposible, permitían participar en comunidades y grupos con intereses compartidos… Eran una plataforma para la expresión creativa y para dar visibilidad a artistas de unas y otras disciplinas, ofrecían nuevas oportunidades laborales, alentaban la participación en causas sociales, facilitaban el acceso a información y aprendizaje…
Todas esas cosas buenas de las redes sociales siguen ahí. No todo es malo, ni mucho menos, en el entorno digital. Solo se trata de centrarse en esos aspectos positivos haciendo un uso responsable y saludable de estos canales de comunicación